Desde Olanchito
¿Quinientos diecisiete años de qué?
Marel Medina Bardales
Mc 091012
Otro año más de la llegada del europeo a América en 1492 se ha venido gestando una lilaila cada vez más intensa porque este medio milenio sea celebrado como Dios manda.
España en el oriente y algunos países americanos en el occidente están programando eventos de diferente índole para que esta fecha 1992 no pase inadvertida para e! mundo. Se han plasmado eventos culturales y artísticos; se han reproducido las tres naves usadas por Cristóbal Colón para que repitan la hazaña de navegar desde España hasta América; se han editado un sin número de libros y revistas acerca del evento y sus implicaciones pasadas presentes y futuras; se han montado redes televisivas y radiales, como la CADENA DE LAS AMERICAS, por medio de satélites para unir a América y España para regocijarse por este evento que estremeció al mundo medieval trasformándolo en el mundo moderno contemporáneo; se han escuchado clamores vociferantes contra esta algarabía que trata de ignorar las sangrientas consecuencias sufridas por los pueblos de este continente que tuvieron que desaparecer por las armas, la crueldad del hombre blanco, y las enfermedades importadas, que tuvieron que desaparecer sus herencias en la ciencia, la cultura las tradiciones y sus idiomas por las sustituciones traídas por los europeos; se han escuchado clamores justificantes a favor de las bondades de la cultura europea: La religión, el idioma, las leyes grecorromanas, el arte. la cultura. la ciencia. |a ética y la moral...
Por más de 400 años hubo muy pocas voces que se alzaron por la infamia cometida contra nuestros antepasados aztecas. mayas. incas pieles rojas norteamericanos, esquimales y patagónicos. Ahora, estas minorías sobrevivientes nos gritan "su' verdad. La verdad que estuvo silenciada por la ley del vencedor y del poderoso... Ahora es el momento de contar la verdad tomando en cuenta todos los lados de ésta. Por más de 400 años los descendientes híbridos de la unión carnal entre el europeo y nuestros antepasados americanos hemos vivido bajo la influencia del pensamiento del vencedor europeo que resalta la gran hazaña expansionista e imperialista; que injertó un idioma -ahora el nuestro; que instituyó una religión monoteísta veneradora de dioses _o: los reyes europeos, el oro y la codicia: que trajo leyes grecorromanas para códigos de nuestros antepasados padres aborígenes; que implantó sus costumbres en la arquitectura, el arte, la cultura social, la ciencia y la tecnología, la literatura, la música y las enfermedades...
Ahora se escuchan por todo el mundo las acusaciones de los aborígenes Pieles Rojas que fueron diezmados, recluidos y marginados por los “marginados" emigrantes europeos de origen anglosajón y germánico que buscaban libertad y menos sometimiento a los poderosos señores feudales europeos; pero ellos si sometieron al aborigen americano, ellos si destruyeron al americano, ellos si evitaron mezclar su sangre con el hombre americano precolombino.
Ahora se escuchan los reclamos de los mestizos y criollos purasangres que demandan se les regrese la herencia sociocultural robada, se les reintegre la herencia pecuniaria obtenida del pillaje de las minas del norte, del centro y del sur de América, se les compense por el robo de los recursos naturales llevados como trofeos a Europa; se den disculpas por el genocidio, el atropello a la dignidad humana y el horrendo crimen de destruir tantas culturas y vidas humanas americanas que pudieron darnos respuestas a algunos de los problemas contemporáneos que afectan a la humanidad.
El lado vencedor resultó ser el lado “bueno” bondadoso, caritativo, magnánimo, paternal... El lado vencido resultó atrasado, esclavizado, vil, malévolo. cobrizo, inferior, inculto, politeísta y casi animal...
Los americanos actuales hemos aceptado esa apreciación como válida.
¡'Todos hemos estado del lado del conquistador, del "triunfador": muy pocos han estado del lado de nuestros padres aborígenes, del vencido, de nosotros mismos... Ahora, con lentitud pero con firmeza, comienza a dársele vuelta a la tortilla, a exigir como válidos los valores de nuestros antepasados precolombinos de cuya cultura debemos sentirnos orgullosos y dignos herederos.
¿Pero reviviremos a nuestros antepasados, restituiremos y las riquezas robadas, si acaso Europa devolviese lo arrebatado de nuestros antepasados? Rotundamente ello es un imposible. ¿Qué nos queda entonces? ¿Renegar de una parte de nuestros antepasados, los europeos y aceptar y revivir el sistema de vida y la filosofía de nuestros antepasados precolombinos? Ello también es un imposible, una quimera.
Solo nos queda aceptar nuestra situación híbrida, de que no somos ni blancos, ni cobrizos; somos diferentes a los dos troncos de nuestros antepasados; somos una nueva raza; somos una nueva cultura todavía en el crisol de formación: somos otros hombres y mujeres que tenemos que darla a América y al mundo nuestra aportación sociocultural, la que nuestros antepasados aborígenes no pudieron ejecutar.
Para lograr estos propósitos nosotros los americanos tenemos ante si un enorme reto estratificado en varios estadios:
Primero: La responsabilidad básica de nuestra comunidad latinoamericana es salir del atraso sociocultural y económico en que nos encontramos. Olvidarnos de ayudas económicas condicionadas y alienantes; olvidarnos que culturas foráneas vendrán a solucionar los problemas nuestros. Ya sabemos que esas ayudas no son sinceras; siempre buscan algo a cambio y generalmente nosotros damos más de lo que recibimos .
El renacimiento de nuestros valores se logrará cuando el hondureño, el centro o suramericano se sienta orgulloso y seguro de su cultura y tradiciones, de sus artistas y su literatura, de su música y de su propia condición humana.
La liberación de los valores dominantes del extranjero se logrará cuando nosotros utilicemos la cultura europea heredada para nuestros propios intereses.
Hemos modificado el español moderno inyectándole millares de voces y ahora es tan nuestro como lo es para el europeo ibérico.
La influencia de cualquier cultura externa que destruya o menosprecie la nuestra, debemos rechazarla; la fuerza interna negativa que tiende a convertirnos en borregos sin pensamiento propio ni decisión, debemos rechazarla; los rescoldos de los defectos trasmitidos culturalmente por los europeos y americanos por igual, debemos rechazarlos...
Segundo: Perdonar...
Aceptar sin remordimientos todo el mal recibido contra nuestros antepasados y agradecer todo lo bueno que de Europa hemos recibido; disculpar la destrucción de nuestras razas precolombinas y el arrasamiento de ciudades, monumentos y culturas; de los idiomas, sueños y esperanzas de nuestros padres americanos primigenios; y perdonar sinceramente. Pero exigiendo ahora respeto hacia nuestra propia cultura derivada de la mezcla del americano, del europeo y del africano; respeto hacia nuestra condición humana; respeto al trato justo de lo que actualmente malvendemos y respeto para que no nos impongan onerosamente lo que compramos.
Tercero: Exigir a nuestros propios conciudadanos privilegiados la apertura para luchar contra la injusticia social interna en cada uno de nuestros países americanos; para que todos los hogares de América coman las tres veces diarias acostumbradas; para que cada niño americano tenga realizado el derecho de recibir la educación que se merezca; para que ningún ciudadano americano muera innecesariamente por carecer de los servicios básicos de higiene; para que los americanos por medio del trabajo digno y bien remunerado lleve el sustento a sus hogares...
Si no hay una apertura justa en nuestra sociedad para que haya armonía y paz; entonces la rebelión de los que no tienen contra los que tienen todo será justa y muy pronto. No se viene a este mundo para ser explotado, sino para disfrutar de las bondades naturales que Dios ha dado para todos en abundancia: La tierra, el agua, el aire, los recursos, las aves, los peces, los animales, los minerales, los bosques... Ia vida plena. No se viene a este mundo para ser usado como un objeto, sino para vivir como un ser humano con todos sus derechos y deberes. Rebelarse contra la injusticia y destruirla, es un deber.
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