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miércoles, 14 de julio de 2010

lo nuestro

MIÉRCOLES, 14 DE JULIO DE 2010 03:20   PDFImprimirE-mail
¿Lo nuestro?

   He leído con gran interés el artículo escrito por don Marel Medina Bardales en su espacio “Desde Olanchito”, titulado “Qué hemos hecho de la herencia de Lempira”, (TIEMPO, julio 12, página 15) y nos ha impresionado la veracidad de su contenido que, tal como lo dice sin ambages y circunlocuciones, somos un pueblo sin valores y sin criterios propios. Siempre hemos preferido lo extranjero demostrándole  poco amor  a lo nuestro. Nuestra gama de gustos va desde la moda y la música, hasta los gustos culinarios y las actitudes políticas que se han practicado en nuestro país desde hace décadas. Podríamos decir —sin equivocarnos— que somos un país bajo ocupación extranjera… o un protectorado subordinado.

       Se debe analizar el origen de tan pervertida actitud. ¿Por qué preferimos todo lo extranjero? ¿Por qué somos un país de poca cultura y deficiente educación?  La respuesta —en mi opinión— es sencilla. Fuimos receptores de la influencia estadounidense al llegar las transnacionales bananeras hace más de cien años. Desde entonces los hondureños —especialmente los de la Costa Norte— dejamos de hablar castellano pues combinamos torpemente el español con el inglés. Hay tantos ejemplos que me cansaría detallarlos, sin embargo, ofreceré los más conocidos. Cuando decimos que el tanque de gasolina está “ful” queremos decir que el depósito de nafta del auto está lleno… hemos tomado del inglés la palabra “tank” convirtiéndola en el barbarismo “tanque” y la palabra “full” convirtiéndola en “ful”. Cuando los niños piden helado de vainilla dicen “ais crin” pues se han tomado del inglés las palabras “ice cream”. Y si queremos “osmil” nos referimos al cereal de avena, del inglés “oatmeal”. Hasta aquí llegaré con estos ejemplos que me parecen chocantes, incultos e innecesarios. 

       Pero, ¿qué puede esperarse de un país que celebraba el 4 de julio con el mismo fervor cívico con que se celebraba el 15 de septiembre?  Pienso que lo que se espera de un país sin valores y criterios propios es, exactamente, lo que ahora experimentamos, es decir, una cultura ridícula, que ni siquiera se la puede llamar  bicultural ya que fallamos tanto en nuestras propias costumbres como en todo lo extranjerizante… y llevamos más de un siglo en lo mismo, imitando, e imitando mal. El individuo verdaderamente bicultural podrá desenvolverse a la perfección en dos culturas… nosotros no nos desenvolvemos bien en ninguna. Eso es lo más triste y lo más lamentable… carecemos de identidad.

       Pertenecemos a una sociedad consumista, manipulada por la publicidad. Los medios de comunicación no podrían existir sin publicidad, de manera que es imposible criticar por la radio, la televisión o los periódicos a las empresas que la generan. Imposible, entonces, gozar de total libertad de prensa. La publicidad nos ha convertido en una sociedad consumista y, preferentemente, consumimos lo que más se nos martilla en la cabeza día y noche por los medios. Se nos dice, una y otra vez, que compremos este jabón, aquel refresco, o aquella hamburguesa. Somos individuos desinformados y condicionados por la publicidad y ya no podemos pensar por sí mismos. En 1964 la diseñadora británica Mary Quant tuvo una brillante idea al diseñar la minifalda. De pronto todas las mujeres —gordas, flacas, casadas y divorciadas— lucían los atrevidos diseños de Quant, mucho más arriba de las rodillas. Pero de pronto otro diseñador decidió crear la maxifalda,  es decir, la falda que llegaba casi al tobillo. Nuevamente, las mujeres desecharon sus minifaldas para comprar maxis, obligadas por la publicidad. Por eso  los diseñadores deciden qué colores se pondrán de moda… si deciden por el verde, las mujeres querrán que todo su guardarropa parezca una campiña y para eso tendrán que gastar dinero. Los diseñadores piensan por ellas… ellas han dejado de tener criterio propio y lucen, no precisamente lo que les gusta o les sienta bien, sino lo que dictan los astutos dictadorzuelos de la moda. Para estar al último grito las mujeres gastan miles de millones de dólares, lo que hace de la venta de ropa y cosméticos industrias multimillonarias.

      Si no me equivoco, don Marel Medina Bardales conoce muy bien el ambiente de la United Fruit Company, tal como el que escribe, y sabe perfectamente que la transnacional tuvo una influencia patológica sobre la sociedad hondureña. Las costumbres fueron más notorias en la Costa Norte que en el interior y  Tegucigalpa. Allá siguieron siendo hondureños por mucho tiempo mientras que en la Costa nos convertimos en “grindios”… víctimas del consumismo, de la publicidad estadounidense y de diversos factores alienantes. Ahora hasta los capitalinos son “grindios” y entreguistas en política. Tal como lo dice don Marel, no tenemos ni siquiera una política exterior definida.  Debido a todos estos factores humillantes, nuestro país, por cuya soberanía dio la vida el cacique Lempira, es  imitador de lo extranjero. Duele decirlo pero somos anélidos que no pensamos, desvalorizados, sin ideas ni criterios propios.

Julio 14, 2010.  

 

1 comentario:

  1. y la influencia de que pais hubieramos deseado ?? de los chinos? los rusos? o hubiesemos querido seguir en taparrabos?

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