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miércoles, 19 de enero de 2011

¿POR QU´W NO MEJOR UN PAÍS CHATER?


Estafeta
¿POR QUÉ NO MEJOR UN PAÍS CHARTER?
Víctor Manuel Ramos
Por enésima vez los dirigentes de esta desventurada Honduras –bien puesto el
nombre por las honduras en que nos mantienen- intentan vender al país, esta vez
a retazos. La historia reciente está llena de esos actos de antipatriotismo.
Suazo Córdoba propuso que Los Estados Unidos nos adoptara como un protectorado,
y el mismo Suazo Córdova y el mequetrefe de Azcona del Hoyo –español de
nacimiento- convirtiera a Guaymuras en un portaviones de la marina
norteamericana para agredir a la Revolución Sandinista, razón por la cual
Gregorio Selser nos llamó “república alquilada” –yo digo republiqueta porque ese
sustantivo nos define mucho mejor. Los regímenes del siglo pasado, lo más
variopinto de las tiranías y de la incapacidad para enderezar al país por la
senda del progreso y la modernización, ascendieron al ejercicio del mando
mediante la intervención de los gringos, a cambio de concesiones vergonzantes
parte del territorio nacional y que, incluso, entregáramos, porque así convenía
a los intereses de la United Fruit Co. , la faja del Motagua e interviniéramos,
de manera desvergonzada, en el derrocamiento del régimen de Árbenz en la hermana
república de Guatemala. Las compañías bananeras se comprometieron a construirnos
un ferrocarril interoceánico y no pasó nada. Se fueron, prácticamente, y ahí
están las tierras por donde pasaría el ferrocarril, no se las llevaron. Eso sí,
durante su reinado realmente gobernaron a Honduras a través de los títeres que
mantenían en la casa presidencial construida en una de las márgenes del
pestilente Río Grande de Choluteca, en Tegucigalpa. Tales emanaciones quizás
eran la razón del embrutecimiento de nuestros gobernantes.
Ahora resulta que por fin tenemos la oportunidad de ser felices y de entrar con
pie derecho al desarrollo financiero, económico, social y político. En Honduras
está a punto de cumplirse el sueño de la mitología de una auténtica Arcadia: una
ciudad modelo en donde habrá autoridades propias, idioma propio, leyes propias,
acceso a la educación y a la salud, viviendas honestas, empleo al por mayor,
ausencia de crimen, una justicia comparable con la divina, escuelas de alto
nivel y universidades que envidiará Harvard y quizás, esa tal vez sea la única
razón por la cual habría que discrepar, una religión unificada que, por las
señas, podría ser la de Bo Hi Pack, la de Moon. Todo esto, por supuesto rodeado
de una rediviva cortina de hierro como la que protegía a los antiguos países
socialistas. La desgracia de todo esto es que tal maravilla a duras penas se
limitará a una treintena de kilómetros cuadrados.
He oído las declaraciones de Pepe Lobo y de Juan Arnaldo Hernández. Están
plenamente convencidos y es justo que sea así. Como he dicho arriba, en esas
Arcadias hibuerenses todo será de maravilla, todo será miel sobre hojuelas, a
tal grado que todos los hondureños querremos emigrar hacia esas islas de la
fantasía. Y serán tantos que será necesario advertir a los legisladores que no
limiten el espacio concedido en lo relativo a la altura para que, frente a la
necesidad de albergar a tantos que llegarán desde todos los confines del mundo,
pero más desde los miserables extramuros confinados en las fronteras de
Catrachilandia, no haya restricciones para que la ciudad maravilla crezca hacia
arriba, hasta donde los límites que tendrán con la luna, porque ya habrán
quienes  hecho hecho registro de propiedad de los predios de ese satélite de la
tierra.
Yo como no tengo ninguna alternativa que ofrecer frente a esta maravilla me sumo
a ella. Solo que mi deseo va más allá: si realmente se van a resolver todos los
problemas en esas islas de la fantasía, ¿no sería mejor convertir a toda
Honduras en esa nueva realidad? Que perdemos con conceder la silla presidencial,
el Congreso, la Corte Suprema, y todo el territorio con todo y las Ruinas de
Copán, como propone Jorge Luis Oviedo,  por unos cien años, después de todo
tampoco, al final de esa centuria estos generosos no se llevarán nada, ahí nos
dejarán los vetustos edificios para que Antropología e Historia se encargue de
restaurarlos y convertirlos en parte del patrimonio nacional. Digo esto porque,
que justicia es esta, unos pocos viviendo de maravillas en una isleta, mientras
el resto del país seguirá debatiéndose al mando de una oligarquía corrupta hasta
los tuétanos, en la más atroz miseria, en la insalubridad, en la ignorancia, en
la falta de empleo, en la falta de seguridad, en la ausencia de vivienda y, lo
que es más grave, en la ausencia de alimentación,….
¡Ah!, realmente hay un problema, todos los que habitan o deshabitan, desde hace
mucho tiempo,  esos terrenos que pronto pasarán a ser el ejemplo y la admiración
del mundo, me ha aclarado un diputado, serán desalojados, así que los catrachos,
el pueblo más macho del mundo, tendrá que desalojar el país, en caso de
concretarse la idea de un país chárter (hay que pensar en grande, porqué ciudad
si bien puede ser todo un país). Bueno, el asunto es que seamos previsores, la
luna sigue deshabitada, así que quizá en las negociaciones nos permitan emigrar
ir allá con todas nuestras desgracias, incluidos los Pepes Lobo y los Juan
Arnaldo Hernández y demás alimañas. Todo por el bien de Honduras.
19 de enero de 2011

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