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jueves, 21 de octubre de 2010

requiem por laUCD

Estafeta

Réquiem por la UCD

Víctor Manuel Ramos

Hay, a nivel de los viejos aduladores de la tiranía micheletista, un hondo
pesar, que sólo puede caracterizarse con la pesadumbre que inspiran el Réquiem
de Mozart, la Misa Solemne de Beethoven o el Guernica de Picasso. La razón: la
prematura e irremediable muerte de la UCD. Algunos extrañan su ausencia en el
que hacer político nacional, otros, más optimistas, claman al cielo, a moco
tendido, “que no muera”. Sin embargo se trata de un mortinato, de un engendro
sin pies ni cabeza y, por tanto, an encefalico. Surgió, para una vida fugaz, con
motivo del golpe de Estado militar del 28 de junio pasado, del vientre de la
oligarquía hondureña, que veía una amenaza a sus mezquinos intereses, en las
acciones de Zelaya encaminadas a da participación al pueblo en el ejercicio de
la democracia, mediante la realización de una encuesta, en la que los hondureños
opinarían si deseaban una cuarta urna, durante el proceso electoral, para
decidir si se convocaba o no a una Asamblea Nacional Constituyente, que
redactara una nueva Constitución, m[as identificada con las grandes aspiraciones
populares de desarrollo y bienestar social.
           Ese engendro fue bautizado con el nombre de Unión Cívica
Democrática, y se le conoció, mas popularmente, como los camisetas blancas, por
el atuendo con que se vestían cuando salían, tras recibir la convocatoria de sus
jefazos, desde la sede de la Presidencia, para apoyar el golpe de Estado militar
y sus consecuencias desastrosas para Honduras y los hondureños. Estas candorosas
almas, también blancas por sus inocentes actuaciones, dizque en defensa de la
democracia y de la libertad, seriamente dañadas por el proyecto zelayista y
chavista, se movían al son que tocaban las monedas, si, las pocas monedas que
los dirigentes golpistas se permitían lanzar al aire para, de esta suerte,
justificar las sumas millonarias que recibían para aupar este santísimo
ejercicio del civismo y la dignidad patriótica en pro de un gobierno laico de
mentirijillas, pero pro-teo, en verdad, sometido a cardenales y pastores para
lograr las indulgencias por sus pecados en contra de la patria y sus habitantes.
           Digo candorosos porque, a pesar de su llanto inconsolable, algunos
periodistas y politólogos (vaya a saber UD., en que Universidad se extiende el
titulo de politólogo), no dejan de reconocer que, entre los blancos, hubo
algunos personajes oportunistas, políticos conservadores y empresarios
inescrupulosos que se infiltraron y pretendieron convertir, a esta sacrosanta
hermandad, en escalera con la cual consolidaron sus finanzas y adquirieron
canonjías y prebendas. Estos eran los arcángeles que concibieron la criatura y
comandaron a los plebeyos, sin alas, por las soleadas calles de Tegucigalpa,
enviados so pena de perder sus empleos, amenazados  por los patrones
oligárquicos, gritando consignas en contra de sus propios intereses de
connacionales sumidos en la miseria y tristemente engañados y utilizados.
           Tal organización, concebida sobre bases teóricas endebles, con la
pretensión de reclutar a la chusma (axial les llaman) para que se opusiera a sus
propias reivindicaciones, no alcanzó a dar el primer grito de los recién
nacidos;  la asfixió la falta del oxígeno de una teoría de renovación nacional y
la atosigó el bióxido de carbono de la desorganización interna, la falta de
liderazgo activo y visionario y por las pugnas personales, entre quienes
competían por quedar con la mejor tajada, arrancada al presupuesto nacional,
dejando, como siempre, a los de abajo, vestiditos de blanco, pero con las manos,
de miserables, extendidas para recibir un mendrugo o una cuantas monedas que
apenas llegarían a paliar el hambre del momento. Todo esto lo dicen sus mismos
periodistas y politólogos.
           ¿Qué le queda pues a esta organización? Morir, irremediablemente,
aunque pienso yo que desde hace mucho es un cadáver, cuya autopsia ha revelado
la causa del óbito: la perversidad de sus dirigentes que fueron por plata y la
consiguieron, mientras decían amar a la patria y apoyaban un golpe de Estado
militar, realizado, sólo, solamente, para impedir que el pueblo hondureño, como
se hace en una autentica democracia, decidiera en las urnas, su propio destino.
           Y este pueblo, soliviantado desde el 28 de junio, protestando en las
calles sin un DIA de descanso, si ha dado muestras de dignidad y orgullo
nacional, y le ha advertido, a quienes nos desgobiernan con el apoyo de los
fusiles y los garrotes, que, a pesar de la represión, ama a este desventurado
(desventurado por las desventuras que le han propiciado los politiqueros, los
cardenales, los pastores, los militares y los empresarios de la UCD) pedazo de
tierra que alberga a nuestros ombligos.

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